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Historia de parroquia de San Antonio

Un 18 de mayo de 1898 el arzobispo Mariano Casanova emitió un documento que creó la nueva parroquia de San Antonio “Nuestra Señora de la Luz”. Así, se daba a la zona su autonomía eclesiástica. El territorio que comprendía la nueva parroquia, fue segregado de las de Lo Abarca y de la antigua de San Pedro de Chocalán, que databa de 1680. El principal promotor de la creación de la nueva parroquia fue el sacerdote Miguel León Prado, entonces Cura de San Miguel en la capital de Chile, más tarde ungido primer obispo de Linares.

En esos días una rústica capilla funcionaba en el sector de la ex Estación de Tren de San Antonio, un nuevo edificio fue construido frente a la plaza de San Antonio (sitio actual Cuartel de Bomberos y Cruz Roja). Esa iglesia fue destruida por el terremoto de 1906. Particulares donaron terrenos para ubicar un nuevo templo en la ubicación del actual recinto de Avenida Centenario. Esa iglesia fue destruida por un incendio en la década de los 40. Tiempo después fue inaugurado el actual templo.

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Toma de juramento del alcalde Akín Soto Morales en 1971

Hace 50 años, Akín Soto Morales (1933-1992) juró como alcalde de San Antonio. En la elección municipal de abril de 1971 obtuvo la primera mayoría con 3.327 votos, seguido del democratacristiano Carlos Pérez, con 1.518 votos. En total en esa ocasión fueron emitidos 19.800 votos.
La ceremonia de juramento empezó a las 14.10 del domingo 16 de mayo de 1971. La sala de reuniones del municipio se encontraba repleta de público. Akín Soto tenía 37 años de edad, asumió el cargo de alcalde de San Antonio y de inmediato se dirigió a los presentes y radioescuchas, manifestando el agradecimiento del Partido Socialista y del suyo propio, y a la opinión mayoritaria de San Antonio, que había confiado el destino de la comuna a la Unidad Popular. En la sala municipal se encontraba una delegación de cubanos, a los cuales se dirigió para felicitarlos, pidiendo un aplauso para los visitantes. El nuevo alcalde dijo a viva voz “Chile es el segundo territorio libre de América”.
El alcalde saliente, Carlos Pérez Santis, en emocionadas palabras felicitó a Akín Soto y recordó que en su administración no hubo diferencias políticas.
Soto Morales ejerció el cargo hasta el 11 de septiembre de 1973.
En recuerdo una calle de San Antonio lleva su nombre.
 
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La última función del cine Rex de Llolleo

El 15 de mayo de 1998 se estrenó "Titanic" en el último cine que quedaba en San Antonio.
Una exhibición especial del clásico “Aguirre, la ira de Dios” para escolares de 4°Medio del Liceo Nacional de Llolleo, en el marco de actividades de Semana Santa de ese establecimiento educacional; y las películas “Romeo y Julieta” de Leonardo DiCaprio, “Spice World” de las cantantes británicas Spice Girls, “George de la selva” con Brendan Fraser y “La sirenita” de Disney, en rotativos de 1.500 pesos, fueron las últimas funciones del Cine Rex de Llolleo antes del esperado estreno de “Titanic” el viernes 15 de mayo de 1998, que en la última versión de los premios de la Academia de Hollywood había obtenido 11 Oscars.
Ese año había euforia por ver la película más millonaria y vista de la historia del séptimo arte. La taquillera super producción de James Cameron estuvo una semana en la cartelera del clásico recinto de Llolleo, el valor de la entrada fue de 2.000 pesos y luego ocurrió el cierre definitivo de la única sala de cine que en 1998 quedaba en San Antonio (en 1990 había cerrado cine Moderno de Barrancas y en 1985 había sido el fin del cine Victoria de calle Pedro Montt tras los daños ocasionados por el terremoto de ese año).
En esos días, Mario Contreras, administrador y programador general del recinto del Rex de Llolleo, dijo a prensa local que varios factores influían en el cierre de la sala, empezando por el público: “la gente no frecuenta el cine, se podría decir que nunca se notó una gran afluencia de gente, lo que arrojaba que las ventas fueran bajas”. Otro factor era el elevado costo de arriendo del local, la sala debía modernizarse para atraer más público sin embargo no se podía llevar a cabo porque todo se iba en pagar el alquiler. El contrato de arriendo vencía el 31 de mayo y ya nada se podía hacer. Como paradoja, todas las entradas para ver “Titanic” ese fin de semana se habían vendido pero el destino del cine estaba sellado.
 
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