2do Lugar Cuento "Palabras a Los Andes"

Rebelde Con Causa

Una noche cualquiera llegó a la cuarta etapa, apareció de repente, de la nada, tal vez su negro bello y largo pelaje le ayudó a pasar inadvertido. Alguien lo fue a botar?, habrá caído desde el cielo?, salió de su casa y no supo volver?. No faltó el más chico del grupo que dijo: debe haber llegado en una nave espacial, y otro, el más espiritual acotó: "debe ser un ángel-perro", porque la película dice que todos los perritos se van al cielo, y a lo mejor éste estaba pajareando y se calló de la nube en que jugaba, cosas que solo le pasan a los perros locos. Y otro del grupo preguntó ¿y cómo le ponimos?... ¡cholo!,dijo otro.

El hecho es que Cholo, el nuevo hablante canino de la Emeterio José, se nos fue haciendo conocido, cercano, familiar, Cholito pasó a llamarse Muchas veces, sin importarle la hora, era la compañía fiel en esas frías amanecidas andinas, cuando apurados los vecinos salen cada uno a sus trabajos. Cuantas veces Cholito sentado frente a nuestras casas, esperaba para acompañarnos al colegio, mejor dicho llevarnos al colegio, porque del grupo de madrugadores, él, era el único que iba alegre y realmente despierto. Y si eran pasadas las 8 1/2 y Cholito estaba sentado frente a tu casa, señal fija que te habías quedado dormido. Creo que la vez que nos acompañó y entró a la clase de computación en la biblioteca, quien más atención prestó fue él.

Nunca pudimos saber la edad de ese rebelde con causa, nunca quiso aceptar ser un perro casero. La de veces que más de alguna vecina intentó hacerlo dormir en su casa. Su espíritu libre y su elegante caminar le hicieron único. Soy un convencido que el gran amor de Cholito, era la vida sin ataduras. Que si rompió corazones caninos?, claro que los rompió. Que dejó más de un perri-hijo por ahí?, no lo sabremos. Su eterno espíritu libre, juvenil y rebelde, guardó sus secretos.

Los años pasan muy rápido, la vida traza nos caminos y aleja de nuestros orígenes, nos lleva a separarnos y alejarnos de quienes fueron nuestros compañeros amigos y socios de esos eternos juegos callejeros de esas pichangas sin reglas ni tiempo, pichangas que eran abruptamente finalizadas por dos razones: una, porque la pelota se había caído en el antejardín de la abuelita Aída, o dos: porque el Cholito simplemente se había arrancado con la vieja y destartalada pelota.

Con esos recuerdos atesorados en nuestra mente, en nuestro corazón, iniciamos la nueva vida, los recuerdos no pasan no envejecen en esos espacios. Cholito silencioso, digno y rebelde nos vio partir, tal vez para él era un viaje más, así como cuando uno se va de vacaciones, pero vuelves a los días después. Y así las visitas a nuestros vecinos se van alejando y llega el momento en que dejas de ir a verles, hasta los llamados telefónicos son cada vez menos. Por ello la partida del Cholito no me fue advertida. Solo en una conversación trivial y al pasar, un amigo te pregunta: ¿Te acuerdas del Cholito?..., ¡Sí! claro, el amigo Cholito.................... ¡Se murió!...

Y la mente de golpe te lleva a la niñez, es un pequeño e ínfimo destello que recibes en tu cabeza y te suspendes brevemente en el espacio, los recuerdos, los buenos recuerdos se te agolpan en tu cerebro, se dibujan los amigos y entre todos ellos se dibuja el Cholito, libre, juvenil y rebelde.

Por eso hoy, cuando voy per la calle a veces levanto la mirada al firmamento, tal vez con la secreta esperanza de, "quien sabe”, en una de esas por andar pajareando, Cholito, se vuelve a caer de la nube en que juega..